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Ya amenazamos en nuestro capítulo anterior con seguir hablando de la luz. Y seguiremos después de éste… Puesto que se trata de nuestra materia prima debemos aprender todo lo que podamos sobre ella. Por eso hoy vamos a hablar de una de sus propiedades: la dirección de la luz. Es decir, el lugar del que proviene.
Independientemente de su naturaleza –natural o artificial–, debemos estudiar la dirección de la que procede la fuente de luz. Este parámetro afecta al contraste de la escena, por lo que determina la manera en que se aprecian el volumen, la textura y el color. Por lo tanto, un mismo sujeto se verá de manera completamente diferente dependiendo de donde le llegue la luz.
Para analizarlo, tendremos en cuenta nuestra posición relacionada el lugar donde se encuentra el sujeto que vamos a fotografiar. Imaginemos una esfera con el sujeto en el centro, nosotros en uno de los extremos –por ejemplo en H’ según el gráfico adjunto– y la luz en cualquiera de los límites de la esfera.
Hay quien utiliza la esfera de un reloj para estudiar la dirección de la luz. El sujeto a fotografiar se situaría en el centro de dicha esfera; el fotógrafo a las seis. La luz podría proceder de las doce –contraluz–, de las tres –lateral–, de las seis, frontal y así sucesivamente.
No obstante, también hay que tener en cuenta la altura por lo que, si utilizamos este sistema, habría que superponer otro círculo en vertical para establecer este parámetro.
Vamos a ver ahora cómo influye la procedencia de la luz en tus fotografías.
Cuando la luz procede de la misma dirección que la cámara la llamamos frontal. Ésta aplana la imagen, reduce el detalle, anula las texturas y la profundidad. También intensifica los colores. Según el esquema del reloj, la fuente de luz estaría en las seis.
Si la luz llega al sujeto desde un lateral –derecho o izquierdo– crea profundidad, volumen y resalta las texturas. En el esquema del reloj, la fuente de luz procedería de las nueve, aproximadamente, o de las tres.
Cuando la luz llega desde atrás, recorta al sujeto contra el fondo pudiendo crear un halo de luz a su alrededor. Éste se aplana y aumenta el contraste, simplificando las escenas y creando imágenes muy gráficas. Cuando el sujeto deja pasar algo de luz –hojas de un árbol, por ejemplo– se consigue un resultado muy diferente, pues se muestran las texturas. Siguiendo el ejemplo del reloj, hablamos de la fuente de luz situada a las once y la una.
Se llama así a la luz proyectada desde arriba. En el caso de luz natural, sólo la encontraríamos en verano, a medio día, en latitudes próximas al ecuador. También podemos observarla en interiores iluminados con lámparas de techo. La luz cenital crea sombras muy marcadas, de elevado contraste. Exagera los rasgos y aisla al sujeto del fondo.
Se llama así a la luz que viene desde abajo. Nunca aparece con luz natural porque el sol siempre está más alto que nosotros. Puede aparecer en interiores iluminados con lámparas de sobremesa. Tiene efectos muy dramáticos porque las sombras se invierten y genera misterio.
Si estamos fotografiando con luz natural no podemos controlar de manera directa la dirección de la luz porque no podemos mover el sol. Sin embargo, sí que podemos girar alrededor del sujeto para aprovecha la luz existente de la mejor manera y dar a la fotografía el carácter deseado según lo que hemos visto más arriba.
En cualquier caso, el punto de toma definitivo se elegirá tratando de alcanzar un compromiso entre el mejor encuadre de la escena y la luz disponible sin olvidar ninguno de los aspectos referidos al diseño que hemos tratado en apartados anteriores.