Cómo comunicar

Cómo comunicar
22 de septiembre de 2022 Comentarios desactivados en Cómo comunicar Escuela on line escribeafer

Como te venimos contando en los capítulos anteriores, el propósito o la intención de la fotografía importan tanto como el sujeto que vas a fotografiar. Por eso, siempre que nos enfrentemos a una sesión de fotos –o a un paseo fotográfico– debemos plantearnos cómo comunicar lo que queremos. Antes de cerrar el encuadre hay que tomar algunas decisiones.

Simple o complejo

Menos es más. Esta afirmación –surgida en la arquitectura– se ha convertido en una norma casi de obligado cumplimiento, no sólo para la fotografía sino para cualquier disciplina creativa y compositiva.

Eliminar elementos funciona y supone una de las claves del éxito asegurado por el alto impacto que consiguen las imágenes simples. Simplificar a veces significa abstraer, es decir, reducir hasta convertir los sujetos en meros elementos gráficos. Este concepto, sin embargo, puede resultar confuso en fotografía pues, con frecuencia, la abstracción no es más que un extracto de la realidad compleja.

Una imagen con pocos elementos siempre impacta en el espectador. © FG

Reducir por ello todas las posibilidades compositivas a las imágenes con pocos elementos, no sólo limita la capacidad creativa, sino que cierra las puertas a la interpretación por parte del espectador y a las múltiples lecturas o a los múltiples niveles de lectura.

Componer con múltiples elementos dificulta, sin duda, la toma, pero no por ello se ha de abandonar esa tarea. Recomendamos utilizar lo aprendido hasta ahora para situar el sujeto principal en un contexto determinado y ordenar todos los elementos para que lo apoyen y complementen la información que aporta ese sujeto. Cuando se consiguen buenos resultados, la imagen alcanza tal riqueza que la dificultad tanto para el creador como para el espectador habrá merecido la pena.

Incluir muchos elementos en el encuadre dificulta la composición y la lectura, pero añade información y contextualiza. ©FG

Evidente o ambiguo

Las imágenes claras, obvias, evidentes, que de un solo golpe de vista muestran lo que se pretende resultan atractivas a un gran número de personas. En parte porque el mensaje es evidente y no requieren un gran esfuerzo por parte del espectador.

Las imágenes evidentes gustan a un mayor número de personas porque no requieren esfuerzo. ©FG

Utilizar imágenes obvias supone un buen recurso cuando queremos transmitir determinados eventos o acontecimientos. En estos casos la imagen ya está completa. Sin embargo, estas fotografías evidentes, por regla general, perduran menos en el tiempo.

Por el contrario, las imágenes ambiguas, que requieren una lectura más lenta y, por tanto, un mayor esfuerzo por parte del espectador, atraen más la atención porque implican la participación de quien la observa. Al principio cuesta más trabajo observarlas, pero cuando el espectador «descifra el enigma», siente mayor satisfacción.

Las imágenes ambiguas requieren un mayor esfuerzo de lectura y por ello gustan a menos personas, pero cuando llegan, su impacto es mayor. ©FG

Hay que tener mucho cuidado. Si la ambigüedad llega a tal punto que el espectador no consigue descifrarla o entiende otra cosa distinta de lo que el fotógrafo pretendía se produce un fallo de comunicación. Se puede solucionar mediante la inclusión de títulos o pies de foto en las imágenes que sirven para retener la atención del observador.

Este punto cuenta con muchos detractores, que defienden que la imagen debe hablar por sí sola. En muchos casos, sin embargo, resulta imprescindible para conocer el contenido.

Una manera de componer de manera ambigua y, al tiempo, atraer la atención de espectador consiste en retener su mirada mediante elementos que atraigan hasta llegar al punto que nos interesa. Un ejemplo típico lo encontramos en una persona dentro de un paisaje o en cualquier otra composición en que el elemento principal permanece casi oculto al primer vistazo, pero aparece tras una contemplación relajada. De esta manera, no sólo se prolonga la mirada, sino que se invita a un examen posterior de la imagen.

Un paisaje suele contener múltipes elementos que invitan a prolongar la mirada y encontrar detalles, pero hay que lograr que el espectador se detenga a buscarlos. ©FG
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