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Se conocen como objetivos gran angular los que tienen un ángulo de visión entre 60º y 90º. Las distancias focales equivalentes de estos objetivos van desde los 10 a los 35 mm.
Este tipo de objetivo resulta especialmente recomendable para fotografía de paisajes y arquitectura aunque también se utilizan en fotoperiodismo por su capacidad para contextualizar la escena, logrando imágenes impactantes y espectaculares.
Los objetivos angulares acercan los sujetos más cercanos y alejan los más alejados. Por eso, los elementos del fondo aparecen más pequeños y los cercanos más grandes. Esto, unido a la extensa profundidad de campo que consiguen produce una sensación de perspectiva y amplitud muy característica que, además, introduce al espectador en la escena. Esta gran profundidad de campo que se logra, resulta especialmente útil cuando nos interesa que aparezca enfocada toda la escena.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que al acercar los sujetos cercanos, se produce una sensación de deformación que altera las medidas y que no se debe olvidar en la toma fotográfica. Este mismo fenómeno provoca una exageración de los puntos de fuga, especialmente cuando la toma se realiza desde un punto de vista no ortogonal.
Debido a esta alteración de las proporciones se desaconseja su uso en retratos. Si utilizáramos un gran angular para retratar, los elementos del rostro más próximos a la cámara aparecerían más gruesos de lo que son en realidad. Ocasionalmente, si deseamos un efecto concreto y, siendo conscientes del resultado que vamos a alcanzar, podría utilizarse, pero con sumo cuidado.
La posibilidad que ofrecen de incluir muchos elementos en la imagen aumenta el repertorio creativo pero, al tiempo, dificulta la composición, debiéndose prestar mucha atención para colocar todos los elementos de manera adecuada para que la información se complemente en vez de distraer. Resulta muy interesante destacar un sujeto en primer plano y contextualizar ese elemento con el fondo.
Cuando el gran angular no posee una gran calidad pueden aparecer aberraciones cromáticas en los extremos de la imagen. También los angulares también son más propensos a sufrir distorsiones geométricas y reflejos internos como veremos más adelante.
Para solucionar las deformaciones en la perspectiva existen objetivos descentrables con los que se pueden controlar estas variaciones. Se trata de objetivos que basculan y giran para evitar el paralelismo entre la posición de la óptica el plano focal. Los movimientos de giro corrigen el efecto de distorsión trapezoidal que se observa en las imágenes de objetos altos –como edificios– para que la imagen aparezca con una perspectiva natural. Los movimientos de basculación permiten manipular la profundidad de campo para lograr que objetos situados en el mimos plano de la imagen, aparezcan con diferentes focos.
Cuando el objetivo angular tiene un ángulo de visión más amplio de 110º se denomina ojo de pez. Pueden llegar a alcanzar un ángulo de 210º como el Laowa 4 mm que ilustra la imagen siguiente.
Aunque los ojos de pez más conocidos son los circulares que producen una imagen esférica tal y como se ve en la fotografía superior, también existen ojos de pez rectilíneos que captan imágenes rectangulares que cubren todo el fotograma.
Si los primeros tienen distancias focales entre 8 y 10 mm, los segundos suelen encontrarse a partir de 11 mm. Tanto con unos como con otros alcanzamos una profundidad de campo casi infinita a cualquier diafragma.
Debido a su peculiar visión el ojo de pez se utiliza de manera muy limitada pues un uso continuado podría cansar. En paisajes tienen la ventaja de producir una imagen característica con un horizonte lejano y amplitud espacial. También permiten distorsionar objetos cotidianos, dando un punto de vista diferente a lo que de otra forma sería un tema banal.
Dado el elevado precio de los buenos ojos de pez y su uso limitado, a veces se utilizan sucedáneos. Se trata de una lente muy curvada que se adapta a la parte delantera del objetivo y muestra una imagen parecida a la que observamos cuando miramos por una mirilla.