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En nuestro artículo anterior explicamos de qué manera el enfoque selectivo puede producir imágenes bellas y cómo podemos jugar con él para variar nuestra composición. Algo parecido sucede cuando nos enfrentamos a sujetos en movimiento.
A priori puede pensarse que debemos congelar el sujeto. Efectivamente, muchas veces debe hacerse así. Tanto en fotografía deportiva, como de naturaleza, o incluso en espectáculos, lograr una fotografía nítida y congelada causa un buen efecto y debemos aprender a conseguirla.
Sin embargo, también resulta previsible y obvia. Por ese motivo, puede haber ocasiones en que resulte preferible mostrar ese movimiento. De esa manera podemos transmitir el dinamismo que lleva implícita la acción que se está desarrollando.
Podemos mostrar el movimiento de los sujetos de varias maneras. Siempre, por supuesto, manteniendo el obturador de la cámara abierto por más tiempo del que recomiendan los manuales –incluido este mismo–.
Tenemos mucha maneras de conseguirlo. La más evidente, dejar la cámara quieta mientras el sujeto se mueve ante nuestro objetivo. Pero si el sujeto no se mueve como quisiéramos, también podemos agitar la cámara a nuestro antojo o girar el mando del zum durante el tiempo que dure la exposición.
Una de las técnicas más populares y conocidas para reflejar el movimiento es el barrido. Estableceremos un tiempo de exposición en torno a 1/30s –variable según la velocidad del sujeto–. Una vez que tengamos enfocado el sujeto, seguiremos su movimiento. Así, el sujeto quedará nítido y el fondo movido.
Se trata de una técnica que requiere algo de entrenamiento. No desesperes si no lo consigues en el primer intento.
Si no nos interesa utilizar esta técnica, al fotografiar coches y motos, se consigue más sensación de velocidad si, en vez de congelar todo el sujeto conseguimos que las ruedas salgan ligeramente movidas.
Otra manera muy efectiva de mostrar movimiento consiste en captar toda la estela del movimiento de los sujetos, pero congelar en el último momento destellando el flash.
También resulta muy útil utilizar velocidades lentas cuando nos interesa borrar a los sujetos que aparecen en nuestra imagen. Bien porque queremos despersonalizarlos, bien porque no queremos que se vean.
En cualquiera de los casos, si no usamos trípode, hay que sujetar la cámara con firmeza para evitar que el movimiento involuntario arruine nuestra toma.
Lograr los mejores resultados requiere práctica y no temer al fracaso, pero cuando se consigue, la recompensa está asegurada.