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Cuando vamos a comprar un objetivo fotográfico, con frecuencia encontramos unas curvas que acompañan la ficha técnica. Se trata de las gráficas MTF. Nos dicen que estas gráficas indican el rendimiento de la óptica, pero nosotros sólo vemos unas rayas de colores que no terminamos de entender. ¿Qué significan esas líneas? Sigue leyendo y lo comprenderás.
Se trata de una curva que indica –o debiera indicar– a primera vista el rendimiento de dicha óptica. La sigla de su nombre viene de Modulation Transfer Function.
El problema de estas curvas, teóricamente muy interesantes, radica en que los fabricantes de objetivos intentan confundir con su representación para obtener los resultados más favorables. Esto obliga a que tengamos que analizar los gráficos sin conformarnos con el primer vistazo.
Entre las principales ventajas de este sistema de interpretación vemos:
Aunque no todo son ventajas:
En una gráfica MTF hay dos ejes: el vertical indica el contraste de la imagen mientras que el horizontal indica la distancia al centro de la fotografía en milímetros.
El contraste de la imagen mostrado en el eje vertical indica el 100% en su parte superior y el 0% en la inferior. Por lo tanto, en términos generales, cuanto más alta vaya la línea de la gráfica mejores características tendrá teóricamente la óptica analizada. Habitualmente se considera como excelente un valor por encima del 80% y como bueno si está por encima del 60%. Por debajo de este valor la pérdida de nitidez se puede apreciar a simple vista.
La representación del eje horizontal muestra en el extremo izquierdo el centro exacto de la imagen y en el derecho una de las esquinas, que es donde habitualmente se produce una mayor caída del contraste.
Para obtener estas gráficas se fotografía una carta de ajuste que contiene líneas blancas y negras distribuidas horizontal y verticalmente y separadas entre sí a diferentes medidas. Habitualmente, 10 líneas por milímetro y 30 líneas por milímetro.
Esto se representa en la gráfica MTF con líneas continuas –sagital– y discontinuas –meridional– tanto en rojo –10 lpmm– como en azul –30 lpmm–. Habitualmente esta interpretación se indica en la parte inferior de la gráfica.
La medición de 10 líneas por milímetro representa el detalle medio que puede captar nuestro ojo a simple vista mientras que la medición de 30 líneas por milímetro, imperceptible, pone a prueba la capacidad de resolución de la imagen.
Por tanto las líneas rojas nos dan idea del contraste general que es capaz de lograr la óptica mientras que las líneas azules nos dan idea de la capacidad de resolución del objetivo –parámetro importante cuando el objetivo se va a utilizar con sensores de alta resolución–.
Las mediciones sagital y meridional sirven, además, para intuir el bokeh que muestra la óptica. Idealmente las dos líneas de cada color deberían coincidir. En ese hipotético caso tendríamos un bokeh perfecto: suave, progresivo, sin bordes marcados. Por el contrario, si las líneas de cada color llevan trayectorias muy diferentes encontraremos bokeh «nervioso» o deformado, poco agradable a la vista.
Por tanto, la gráfica representa la resolución de uno de los cuatro cuadrantes de la imagen, pero al existir simetría vertical y horizontal, los datos se pueden extrapolar a todo el encuadre.
La situación ideal representaría una gráfica con las líneas completamente planas en la parte superior de la gráfica. Esto, sin embargo, resulta imposible porque todo sistema óptico implica cierta pérdida de calidad.
A veces nos encontramos con objetivos muy luminosos que muestran curvas MTF aparentemente malas. Esto se debe a que, a máxima apertura, todos los objetivos suelen viñetear lo que provoca malos resultados en las esquinas. En la práctica esto se solucionaría cerrando un punto o dos el diafragma.
Si observamos los datos del eje horizontal, comprobaremos que la medición llega hasta los 22 mm. Esto se debe a que la gráfica MTF siempre se realiza para sensores de 35 mm. Sin embargo, los resultados sirven igualmente para sensores APS-C teniendo en cuenta que la longitud en este caso llega nada más que a los 15 mm, distancia que hay del centro a las esquinas en estos sensores.
En consecuencia, al emplear un objetivo diseñado para sensores de 24×36 mm sobre sensores APS-C se obtiene una ganancia de rendimiento, ya que la caída más brusca de calidad suele darse en esa zona exterior que diferencia ambos tipos de sensores.
En cualquier caso, estas curvas nada más representan datos teóricos que pueden ayudarnos a elegir entre dos objetivos parecidos pero la nitidez depende de muchas variables prácticas: diafragma, tiempo de exposición, iluminación… No hay que olvidar que los datos técnicos pueden resultar interesantes, pero en fotografía resulta más importante sacar partido a lo que tenemos y centrarnos tan sólo en sentir lo que nos rodea.