¿RAW o JPEG?

¿RAW o JPEG?
20 de mayo de 2021 Comentarios desactivados en ¿RAW o JPEG? Escuela on line escribeafer

No sólo de resolución vive el fotógrafo digital. Cuando tomamos una fotografía podemos elegir que nuestra cámara la guarde en dos formatos diferentes, RAW o JPEG. Los programas informáticos permiten otras opciones de guardado pero las cámaras digitales actuales sólo admiten esos dos1. Vamos a explicar las diferencias de cada uno, sus ventajas e inconvenientes.

JPEG

Joint Photographic Experts Group (.jpg o .jpeg). Se trata de uno de los formatos de imagen digital más conocidos y populares debido, fundamentalmente a su gran capacidad de compresión y a su compatibilidad universal.
Sin embargo conviene saber que JPEG utiliza un modo de compresión denominado «con pérdida», pues lo consigue eliminando los píxeles parecidos entre sí. De este modo, por tanto, perdemos información en la imagen.

A la izquierda podemos ver una imagen con una compresión muy alta en la que se aprecia el efecto JPEG. La imagen de la derecha no tiene compresión. ©FG

Para comprimir, JPEG toma bloques de píxeles con un color parecido y les asigna un color promedio. Su efecto es más apreciable en áreas con degradados suaves. Dependiendo de la calidad de compresión que se elija en el momento del guardado, esta pérdida puede perjudicar seriamente la imagen o resultar imperceptible.

Prácticamente todos los modelos de cámara permiten elegir entre diferentes tamaños de archivo y calidad de compresión. Recomendamos, sin duda, elegir siempre la máxima calidad de imagen y, en consecuencia, la mínima compresión pues de esta manera el archivo original conservará el máximo detalle.

Si, con posterioridad, necesitásemos archivos más pequeños, siempre podremos convertir la imagen mediante cualquier programa informático que lo permita. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que cada vez que abrimos y volvemos a guardar un JPEG, vuelve a comprimirse de nuevo, con la consiguiente pérdida de calidad.

Por su gran compresión resulta un formato ideal para compartir y utilizar en Web o correo electrónico. Aunque pueda pensarse lo contrario, también resulta práctico para imprimir en alta resolución siempre que se trate de la primera generación de JPEG. Es decir, un JPEG recién convertido desde otro formato –TIFF, RAW, PSD…–; nunca procedente de otro JPEG, pues estaríamos acumulando compresiones.

Por último, hay que tener en cuenta que cuando elegimos este formato en la cámara, ésta procesa la imagen original captada de acuerdo a unos criterios elegidos por el usuario y que explicaremos en el siguiente capítulo.

Debido a este procesado que realiza la cámara, a veces perdemos información en las altas luces –cielos claros, por ejemplo– y en las sombras. Zonas que podríamos recuperar en un archivo RAW.

RAW

Cuando tomamos una fotografía, con independencia del formato de archivo seleccionado para el guardado, los sensores digitales de las cámaras captan una gran cantidad de información.

Si optamos por guardar la imagen en JPEG, algunos datos se pierden –tal y como hemos explicado antes– y la cámara interpreta la imagen –como veremos–. Si, por el contrario, elegimos RAW –«Crudo» en inglés–, todos estos datos se conservan tal y como se han captado, con una profundidad de color de hasta cuarenta y ocho bits por pixel –a la fecha de elaboración de esta entrada–.

Un archivo RAW permite múltiples ajustes con el programa específico. En esta captura de pantalla, Adobe Camera RAW. ©FG

Aunque admite compresión, ésta no implica pérdida de información, pues sólo elimina la redundante.
Los archivos RAW se conocen también como negativo digital porque son de «sólo lectura». Esto significa que sólo pueden ser generados por las cámaras fotográficas y, por tanto, poseen la información de la toma sin manipulación posible.

Tienen el inconveniente de la falta de estandarización, pues cada modelo de cámara utiliza su propia versión de formato RAW2.

Los archivos RAW no pueden compartirse ni imprimirse directamente. Para poder exprimir todo su potencial necesitamos revelarlos. De hecho, con frecuencia, un RAW sin procesar se muestra menos vistoso que un JPEG salido de cámara.

Para procesar los archivos RAW se necesita un programa específico. El más común es el llamado Camera RAW de Adobe. Sin embargo, no nace falta comprar ningún revelador, pues cada fabricante de cámara ofrece un software específico, habitualmente gratuito, con el que revelar los archivos generados por sus cámaras. También existen alternativas de código abierto como Open RAW, entre otros.

¿Cuál elegir?

Ambos presentan ventajas e inconvenientes. Por ello, la respuesta correcta a esta pregunta la tiene cada usuario o, mejor aún, cada situación concreta.

Cuando se desea un control absoluto de la imagen y una calidad superior, sin duda hay que elegir guardar los archivos en formato RAW. Ocupan más espacio y en algunas cámaras podrían ralentizarse algunas funciones –ráfaga, por ejemplo–, pero estos problemas resultan insignificantes si buscamos la excelencia.

La posibilidad de controlar hasta el extremo las posibilidades del archivo generado que, sin duda, supone una ventaja importante, puede significar en ocasiones un trabajo extra que no podemos permitirnos, bien por urgencia, bien por pereza, bien por exigencia personal.

Ventajas e inconvenientes de los archivos RAW y JPEG. © FG

Las cámaras modernas generan archivos JPEG con una excelente calidad que, en muchas ocasiones, no necesitan exprimirse más y resultan idóneos para gran cantidad de usos.

Hay que desmitificar la idea de que los profesionales usan RAW y los aficionados JPEG; algo así como que «los buenos guardan en RAW y los malos en JPEG». Muchos usos profesionales, como la prensa diaria, por ejemplo, exigen unos ritmos de trabajo que dificultan el flujo de trabajo que requiere un archivo crudo.

Por el contrario, muchos aficionados disponen de horas, ganas y energía sobrados para dedicar a cada archivo el tiempo necesario para dejarlo impecable.

Al tiempo, otros profesionales necesitan archivos perfectos mientras que muchos aficionados se conforman con la imagen que sale de cámara. El valor de la foto y del fotógrafo no se mide por la manera en que guarda sus archivos sino por lo que contienen estos.

En múltiples ocasiones la opción de RAW+JPEG resulte la más adecuada a pesar de la duplicidad de archivos generados. De esta manera tendremos los archivos JPEG para un uso inmediato y también la posibilidad de procesarlos para extraer la máxima información posible.


1 Algunas cámaras permiten guardar en formato TIFF, pero esta opción cada vez resulta menos frecuente.

2 Existe una alternativa de código abierto denominada Digital Negative Format o DNG creado por Adobe pero que, por el momento, sólo generan algunos teléfonos móviles

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