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El flash tiene muchos enemigos y grandes defensores. Los primeros surgen del desconocimiento y los segundos del aprendizaje y la práctica. Nos declaramos paladines de la luz estroboscópica y por eso te invitamos a adentrarte en este fascinante mundo ayudándote a elegir tu primer flash compacto –más conocido como flash de mano–.
Quienes comienzan en fotografía suelen accionar el flash integrado de la cámara siempre que la luz resulta insuficiente para la toma. Casi nadie queda contento con los resultados porque lo captado no se parece en nada a lo que veía: se introdujo en la escena una luz que no existía y que, además, no se controló de manera adecuada. Ante eso, muchos fotógrafos desisten y reniegan del flash.
En realidad, el flash presenta múltiples ventajas siempre que se use de manera adecuada. Las posibilidades del flash son tantas que necesitaríamos varias entradas para desentrañarlas todas. Aunque empezaremos poco a poco.
Es una fuente de luz constante en intensidad y temperatura de color –5.550 ºK– que destella durante un brevísimo periodo de tiempo. Esto se consigue gracias a un condensador que acumula la energía necesaria y la suelta cuando disparamos la cámara.
Muchas cámaras incorporan un pequeño flash que permite disponibilidad inmediata de luz extra sin añadir peso y volumen al equipo. Sin embargo, tiene poca potencia, queda muy cerca del plano focal y no se puede mover. Eso provoca una iluminación muy dura o insuficiente y poco natural. Por ese motivo, los mejores resultados se logran con flashes externos.
La cámaras más modernas permiten aumentar los valores ISO a límites antes insospechados. Esto ayuda a captar escenas con iluminación pobre sin necesidad de añadir luz extra. Sin embargo, a plena luz del día, cuando el sol ofende y dibuja sombras profundas sobre los rostros, un disparo de flash puede mejorar el resultado. Lo mismo sucede cuando fotografiamos un sujeto a contraluz y queremos obtener detalle o cuando necesitamos igualar la luz en diferentes zonas. También, por supuesto, cuando queremos crear nuestra propia iluminación.
Cuando descubras que esta pequeña lámpara ligera y portátil sirve para mucho más de lo que imaginabas, abrirás una puerta desconocida hasta ahora a tus fotografías.
Aunque todos los fabricantes de cámaras fotográficas ofrecen su propia gama de modelos de flash –casi siempre muy capaces–, hay más opciones que puedes valorar a la hora de adquirir tu flash externo.
De cualquier modo, siempre debemos comprar un flash compatible con la marca de nuestra cámara, pues los contactos con la zapata varían de unas marcas a otras. En caso contrario puede que el flash destelle, pero no funcionará ningún automatismo.
Además de la compatibilidad, debemos tener en cuenta otros aspectos:
Se denomina así a la intensidad máxima de luz que puede ofrecer nuestro futuro flash. Se trata de una medida poco precisa, pues varía dependiendo de diversos factores –ISO, ángulo de cobertura, diafragma usado, distancia al sujeto–, pero sirve como referencia para conocer el máximo valor que puede ofrecer.
Entendemos por número guía el valor necesario para que el sujeto aparezca correctamente expuesto y se obtiene multiplicando la distancia del flash al sujeto por el número f. Es decir, si fotografiamos a un sujeto que está a 2 metros con f/8 y la exposición resulta correcta, el número guía del flas será 16. Este dato se utiliza también para calcular la potencia necesaria cuando utilizamos el flash en modo manual.
Este número guía, directamente relacionado con la intensidad de luz, lo facilita el fabricante. Suele estar incluido de alguna manera en el nombre del flash, aunque esta norma no siempre se cumple. Los flashes más populares ofrecen un número guía de 60. Dependiendo del uso que se vaya a hacer del flash y teniendo en cuenta que aumentando el ISO aumentamos este valor, para muchos casos podría servir un flash con número guía de 48. Un flash menos potente puede resultar insuficiente, por eso lo desaconsejamos.
El sistema de medición TTL (Throught The Lens) consiste en una especie de automatismo que toma como referencia varios datos y así puede ofrecer la luz precisa en cada caso. Cuando se activa, el flash lanza un pequeño destello que sirve para medir la distancia al sujeto y la luminosidad de este. Esta información la combina con el diafragma, la distancia focal y el ISO que se están usando utilizado y dispara la potencia necesaria para conseguir la exposición correcta.
No todos los flashes disponen de este sistema. Por eso, a la hora de adquirir un flash habrá que tener en cuenta si usaremos el TTL o no. Esta decisión depende de muchos factores, incluido el gusto y experiencia del fotógrafo, pero en nuestra opinión, si el flash se va a usar alguna vez en reportaje, resulta casi imprescindible. Incluso aunque se vaya a trabajar con el flash en estudio, el sistema TTL puede ahorrar mucho tiempo y pruebas innecesarias.
Algunos flashes disponen de un sistema que permite pasar a modo manual usando los datos tomados por el TTL. Suele conocerse por las siglas TCM –TTL Flash Converted to Manual Flash–. Es decir, tras disparar en modo TTL, accionamos esta opción y obtenemos el porcentaje de intensidad que ha usado el flash. Esta función puede servir para correcciones finas y resulta especialmente útil en estudio; no tanto en reportaje.
Casi todos los flashes de mano se caracterizan porque su cabezal se puede mover. Esto permite dirigir el destello hacia donde nos interese para reflejar o difundir la luz. También suelen incluir un pequeño reflector en la parte superior del cabezal que permite rebotar y, por tanto, suavizar la luz. Elige, por tanto, flashes que cuenten con esta opción.
Otra función característica de los flases externos consiste en la posibilidad de variar la cobertura de la luz. Puede funcionar de modo automático sin problemas, pero también se puede variar a nuestro antojo para lograr efectos creativos.
Cuando el flash trabaja en modo TTL, la cámara envía, entre otras informaciones, la distancia focal que se está utilizando. Entonces, el reflector se ajusta automáticamente a esa distancia enviando un destello abierto o cerrado. Aunque este dato puede variar en función del fabricante del flash, el rango de zoom suele oscilar entre 24 mm y 200 mm. Para distancias focales mayores o menores, el zoom del flash se ajustará automáticamente a la más cercana.
Por otra parte, la mayoría de los flashes incorporan un difusor para suavizar los efectos de la iluminación. Este difusor afecta a la cobertura del flash de tal modo que, cuando se activa, el cabezal se sitúa automáticamente en la posición más abierta posible –normalmente unos 20mm– y no permite ser modificada.
Algunos flashes incorporan otra función denominada zoom extendido que reduce un nivel la posición con respecto a la distancia focal del objetivo. Es decir, activando esta función, si en la cámara hemos elegido una distancia focal de 35 mm, el flas se situará a 28 mm. Con esta función conseguimos abrir más el haz de luz y, por tanto, una iluminación más suave.
El zoom del flash también se puede usar para conseguir intencionadamente resultados distintos a los esperados cruzando los valores. Es decir, usando una amplia cobertura de luz con objetivos largos para conseguir una iluminación más suave o reduciendo la cobertura con objetivos cortos para oscurecer los bordes de la imagen y crear un efecto de viñeteado similar al que produce un snoot.
La cobertura del cabezal del flash también influye en el número guía: cuanto más cerremos el ángulo del destello, mayor número guía obtendremos, mientras que con un ángulo amplio se reduce el número guía.
Ángulo zum (mm) | 14 | 20 | 24 | 28 | 35 | 50 | 70 | 80 | 105 | 135 | 200 |
NG a potencia 1/1 | 15 | 26 | 28 | 30 | 36 | 42 | 50 | 53 | 58 | 59 | 60 |
El destello del flash dura menos que el tiempo que permanece el obturador abierto. Es decir, el tiempo de exposición configurado en la cámara es mayor que la duración del destello del flash.
Cuando pulsamos el disparador, la primera cortinilla del obturador se levanta dejando el sensor expuesto a la luz durante el tiempo configurado. En el momento que la primera cortinilla ha terminado su recorrido se dispara el flash permitiendo que su destello afecte a la exposición. A partir de ahí, la segunda cortinilla comienza su recorrido para cubrir el sensor. Terminado este movimiento, ambas cortinillas vuelven a su posición inicial.
Este movimiento se puede realizar a una velocidad máxima variable dependiendo de las cámaras. Cuando se supera esta velocidad, la segunda cortinilla se desplaza al tiempo que la primera, dejando únicamente abierta una pequeña ranura a través de la cual se realiza la exposición. Esta velocidad se conoce como velocidad de sincronización y varía, dependiendo de las cámaras, desde 1/125s hasta 1/250s, aproximadamente.
Si utilizásemos una velocidad superior a la de sincronización –opción restringida cuando utilizamos el flash incorporado de la cámara– obtendríamos una foto con una banda negra que se corresponde con la parte del obturador que estaba cerrado cuando la tomamos.
Algunos modelos de flash incorporan un sistema de sincronización de alta velocidad que permite disparar a velocidades superiores. Este modo recibe varios nombres según el fabricante –FP, HSS…–. En vez de disparar un único “flashazo” descarga muchos y muy débiles durante todo el tiempo que dura la obturación. Esto lo consigue a costa de dividir la potencia total entre varios destellos para ir cubriendo la franja que se va desplazando a lo alto del sensor, de forma que la suma de todos ellos es la potencia total emitida en un disparo manual normal.
Este sistema tiene la desventaja de que se pierde intensidad –hasta tres pasos de luz– con respecto a un destello único, pero la ventaja de que podemos obturar
Se denomina así al tiempo que tarda el flash en estar listo para el disparo siguiente desde que hemos disparado el anterior. Muchos fabricantes no ofrecen este dato o lo esconden porque puede perjudicarles. Su importancia depende del uso que vayamos a hacer de la unidad. Mientras que para estudio o bodegón puede importar poco, para reportaje nos interesan flashes con tiempos de reciclado muy breves.
La mayoría de los flashes compactos aumentan el tiempo de reciclado cuando las baterías comienzan a agotarse.
Quizá la principal ventaja del flash externo la encontramos en la posibilidad de utilizarlo alejado de la cámara. De esta manera, no sólo se multiplican las posibilidades creativas, sino que los efectos logrados parecen más realistas y naturales.
La disciplina conocida como strobist se ha extendido tanto que en el mercado proliferan accesorios de toda índole para poder disponer de un verdadero estudio portátil que nos permitirá obtener unas fotografías sorprendentes gracias a esta iluminación extra, tanto en interior como en exterior.
Aunque existen varias soluciones posibles para comunicar la cámara con el flash, la mejor, sin duda, la encontramos en la radiotransmisión. Por ese motivo, a la hora de comprar un flash preferiremos que lleve incorporado un emisor/receptor de radio. En caso contrario, siempre podemos comprarlo con posterioridad y acoplarlo, pero esto obliga a más aparatos con su correspondiente complejidad.
Si el flash incorpora la función de radiotransmisión, sólo tendremos que comprar aparte el emisor compatible en el momento en que nuestro presupuesto o necesidades lo requieran. Estos radiotransmisores permiten controlar desde la cámara todos los parámetros del flash. Además, se pueden conectar varios grupos de flash y ajustar cada uno con unos parámetros diferentes según el esquema de luz que queramos componer.
Se trata de una función que no usarás a diario, pero que si la tienes, podrás explorar muchas posibilidades creativas. Con esta función activada el flash divide la potencia total del destello en tantos disparos como se deseen separados entre sí con una frecuencia determinada elegida por el usuario.
Para tomar fotografías con el modo multidestello necesitamos que el sujeto a fotografiar se mueva y mantener el obturador abierto durante el tiempo suficiente para captar este movimiento. El flash congelará el movimiento en diferentes fases y la imagen resultante mostrará el sujeto repetido.
En la actualidad casi todos los flashes incorporan un conector USB para actualizar firmware o para cualquier otra función. Además, interesa que tenga conectores para disparar el flash por cable o posibilidad de alimentación por batería.
Los flashes más elementales carecen de conexiones, pero si vamos a hacer un uso intensivo y en diferentes ámbitos, nos interesa la posibilidad de ampliación e interconexión, por eso, cuantas más posibilidades de enlace tenga, mucho mejor.
Hasta hace poco todos los flashes se alimentaban con cuatro pilas AA y los de gama alta disponían de conexiones a baterías externas para garantizar su uso prolongado. En la actualidad es fácil encontrar equipos que incorporen baterías de litio de larga duración. Aunque el precio sube ligeramente, creemos que merece la pena elegir este tipo de alimentación.
No obstante, si optas por una unidad a pilas, asegúrate de comprar siempre las mejores pilas posibles. Puedes comprarlas recargables, pero igualmente, compra las de mayor carga, pues el flash consume muchos recursos y no querrás verte sin luz cuando más la necesitas.
Por otra parte, tanto si tu flash es de pilas como de batería, asegúrate de llevar siempre encima repuesto. Igual que las baterías de la cámara, aunque duren mucho, siempre se agotan en el momento que más lo necesitamos –Murphy Dixit–.
Hasta hace la luz de modelado era privilegio exclusivo de los flashes de estudio, pero cada vez son más los flashes compactos que incorporan una pequeña luz de modelado. Esta lámpara sirve, no sólo para intuir el efecto que producirá la luz del flash –siempre es aproximado, nunca una referencia fiable al 100%– sino como ayuda en la grabación de vídeo, por ejemplo.
Valora si lo consideras conveniente. Aunque supone una ayuda interesante, una vez que aprendes a manejar y a iluminar con el flash tampoco la vas a necesitar mucho.
Si te dedicas a la fotografía como afición, quizá no te importe guardar el equipo cuando empieza a llover, pero si es tu medio de vida no puedes parar, llueva o truene. En ese caso te interesa buscar un equipo que esté protegido contra las inclemencias climáticas. Busca flashes con juntas de sellado que protegan al equipo de la lluvia y el polvo.
Un refrán castellano dice que «nadie da duros a peseta». (Para los nacidos en el s.XXI: un duro valía cinco pesetas…). En los flashes se mantiene esta norma. Ni quien te cobra el triple te está timando ni quien ofrece el triple por la mitad de precio es una ONG. Además de las funciones que se ven, otras cuestiones –no menos importantes– pasan desapercibidas en un primer análisis.
Durabilidad, resistencia al calentamiento, a los golpes, a la humedad, persistencia del color, fiabilidad de la potencia ofrecida… Te diremos que hemos realizado pruebas con dos flashes teóricamente iguales con precios radicalmente diferentes y sí notamos la diferencia.
Entendemos que el presupuesto pesa mucho a la hora de adquirir tu primer equipo y que más veces de las deseadas nos vemos obligados a comprar equipos baratos. Es normal, pero no te auto engañes, has de ser consciente de lo que estás comprando.
La decisión final siempre depende del presupuesto, pero también de las necesidades. Encontrar el equilibrio garantizará el éxito en la compra. No compres más de lo que vayas a necesitar, pero tampoco te quedes corto.
Busca un flash que te ofrezca un número de guía alto, con función TTL y radio transmisión. Esto es lo más importante, pues las otras funciones, vendrán casi por defecto. Recuerda que debe ser compatible con la marca de tu cámara y no desestimes la garantía del fabricante.