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Nadie duda de que el destornillador no hace al mecánico. La mayoría de la gente piensa, no obstante, que basta tener una buena cámara, cara y complicada para conseguir buenas fotos. Nada más lejos de la realidad. El escaparate fotográfico evoluciona a una velocidad que cuesta alcanzar. La proliferación de teléfonos móviles inteligentes y la aparición y auge de las cámaras sin espejo han cambiado por completo el mercado. Por eso, en este capítulo vamos a ayudarte a elegir cámara, primer paso para empezar a hacer fotos.
A pesar del progreso, los criterios a tener en cuenta para elegir cámara no han variado tanto desde la era analógica hasta el momento actual. Basta responder a una sencilla pregunta: ¿para qué quiero la cámara? No compraremos el mismo coche si sólo lo queremos para ir hasta la estación de metro que si nos gusta cargar un equipo completo de camping. Un coche deportivo de poco servirá para llevar a los niños al colegio ni un monovolumen para echar carreras.
Al elegir cámara debemos plantearnos para qué la queremos. La cámara más cara puede no resultar la mejor opción para ir de viaje. Quienes vayan a trabajar con ella, por el contrario, necesitarán un equipo de altas prestaciones.
A muy grandes rasgos se podría decir que casi todas las cámaras actuales son buenas. Es decir, todas cumplen con los mínimos de calidad exigibles. Sin embargo, el escaparate está plagado de modelos porque cada uno se ha pensado para un tipo de usuario.
Para empezar, conviene desterrar mitos como el «burro grande, ande o no ande». En fotografía no siempre se cumple el dicho: mientras algunos no podrían trabajar con una compacta, a otros les sobra tamaño, peso y funciones de una réflex.
Entonces… ¿Qué opciones tengo? Echa un vistazo a la clasificación que viene a continuación aunque, dado el ritmo de avance del sector, esta relación podría quedar obsoleta en pocos meses.
La cámara incorporada en casi todos los modelos de teléfono ha revolucionado el mercado fotográfico. Por ese motivo, prácticamente han desaparecido las compactas de gama baja. Esta pequeña cámara, que empezó como un accesorio casi anecdótico, con frecuencia menospreciado, sigue creciendo hasta el punto de superar equipos que hace poco se consideraban avanzados.
Los nuevos teléfonos utilizan la cámara como principal argumento de ventas y utilizan tecnología que muchas cámaras grandes utilizan como referencia. Puede que un aficionado a la fotografía no piense nunca en ésta como su única cámara pero no deberá despreciarla como complementaria y deberá aprender a extraer todas sus posibilidades.
Se entiende por cámara compacta aquella que incorpora el objetivo en el cuerpo y posee un visor independiente de la lente o carece de él. Normalmente tienen reducido tamaño, ligereza y facilidad de uso. Están pensadas para llevar siempre encima y estar siempre preparada. Si en origen iban destinadas a los no aficionados a la fotografía e incluían un gran número de automatismos, la irrupción de los teléfonos móviles ha provocado que este segmento evolucione hacia cámaras de gama alta.
Esto se debe a que aficionados y profesionales, reconocen las ventajas de llevar siempre encima una cámara pero no quieren renunciar a las prestaciones. Algunos modelos avanzados presentan características que superan a cámaras mucho mayores o de objetivos intercambiables. Obviamente el precio acompaña…
Aunque más orientadas al vídeo, también permiten tomar fotografías. En los últimos años están proliferando para captar, principalmente, actividades deportivas. Se trata de un tipo de cámara compacta que se caracteriza por su extrema ligereza, un objetivo ultra gran angular y máxima resistencia a la intemperie, a los golpes e incluso sumergibles. Además se pueden encontrar cámaras fotográficas compactas con aspecto similar a las convencionales pero estancas y a prueba de golpes pensadas para submarinismo o snorkeling.
Se trata de una cámara compacta pero de aspecto réflex. Recibe este nombre (del inglés «puente») porque encuentra su público entre quienes buscan las prestaciones de una cámara grande pero quieren librarse de cambiar objetivos.
Juega su mejor baza en la versatilidad de sus ópticas integradas y por eso a veces recibe el nombre de “compacta de gran zoom”. Se encuentran modelos que alcanzan los sesenta aumentos (lo que significa llevar un objetivo equivalente a 1.200 mm). También es frecuente que incluyan estabilizador de imagen. Suelen incorporar suficientes controles manuales y grabación de archivos en formato RAW. Aunque también, pensando en llegar a todo tipo de usuarios, incluyen automatismos para resolver la toma sin tener que pensar demasiado.
Se denomina así a aquellas en que la imagen que muestra el visor procede de la misma lente que tomará la fotografía gracias a un sistema de espejo y pentaprisma. También se conocen como DSLR (del inglés «Digital Single Lens Reflex»).
Tradicionalmente han sido consideradas las mejores porque su visor óptico ofrecía la máxima fidelidad y velocidad. No obstante, la tecnología actual ha desbancado al sistema de espejo y no falta quien lo considera en vías de extinción.
Poseen un completo sistema de objetivos intercambiables y flashes específicos para ser utilizados con ellas. Esto también implica que deben adquirirse de manera independiente el cuerpo de la cámara y los objetivos deseados.
Precisamente, esta posibilidad de ser usadas con cualquier óptica las convierte en uno de los tipos de cámara más apreciados por los profesionales y aficionados avanzados. Se han pensado para un uso especializado e incorporan controles manuales que permiten al fotógrafo manipular la toma a su antojo.
Cada vez más aficionados sin conocimientos de fotografía adquieren una de estas cámaras pensando que sus fotos mejorarán por el hecho de poseer una réflex. Por eso se pueden encontrar muchos modelos de gama baja que incluyen modos automáticos. Debido a esta popularidad existe una amplia gama de cámaras réflex que pretende satisfacer todas las necesidades y se pueden encontrar desde precios muy asequibles. Al tiempo, se mantienen modelos avanzados para uso profesional.
En las tiendas también se pueden encontrar bajo el nombre de «EVIL» –Electronic Viewfinder Interchangeable Lenses–, «Mirrorless» –Sin espejo– o CSC –Compact Sistem Cameras–.
Cuando aparecieron levantaron suspicacias y dudas. No obstante, basta observar la evolución que experimentan para saber que nos encontramos ante el futuro de la fotografía. De hecho, en los mercados asiáticos y sajones ya superan con creces a las réflex en número de ventas.
El tamaño y el peso son sus principales ventajas, aunque no las únicas. Al carecer de espejo y pentaprisma se consiguen ahorrar muchos gramos que el hombro y la espalda del sufrido fotógrafo agradecerán en el día a día.
Un sistema electrónico garantiza la visión directa a través de la lente. Al igual que las réflex, disponen de un completo catálogo de objetivos intercambiables.
Las principales marcas orientadas a este nicho ya cuentan con modelos profesionales que nada tienen que envidiar a las DSLR. Incluso, los principales fabricantes de cámaras réflex se han rendido a la evidencia y ya incluyen en sus catálogos modelos competentes.
La oferta crece, no sólo por arriba, sino también hacia la gama media. Así, cualquier fotógrafo, sea cual sea su nivel de exigencia, puede encontrar el modelo que más se adapta a sus necesidades.
Aunque resulta difícil prever como evolucionará el mercado fotográfico, todo apunta a que dentro de poco dejaremos de ver pesados equipos réflex colgados a favor de las ligeras y capaces CSC.
Se trata de cámaras que tienen un sensor mayor que el negativo convencional –24x36mm–. Cuando irrumpió la fotografía digital en el ámbito profesional, los últimos en «subirse al carro» fueron los fotógrafos acostumbrados a trabajar con cámaras de gran formato debido a que tardaron en aparecer sistemas que igualaran en calidad y resolución los resultados obtenidos con este tipo de cámaras.
Primero aparecieron respaldos digitales que, unidos a los sistemas de cámaras profesionales de alto nivel, lograban el control, rendimiento, precisión y fiabilidad que buscan los fotógrafos más exigentes.
Hoy en día varias marcas ofrecen cámaras con sensores grandes y máxima resolución a tamaños y precios muy competitivos. Quizá no resulten las más apropiadas para un uso aficionado, pero conviene no perderlas de vista para determinados trabajos, fundamentalmente de estudio.
En las clasificaciones precedentes no hemos hablado de una de las piezas más importantes de la cámara: el sensor, sustituto digital de la película química. En él se registran las imágenes captadas por el objetivo y de su calidad, tamaño y resolución dependerá en buena parte el resultado final.
Se compone de millones de pequeñas celdas sensibles a la luz. Cada una equivale a un píxel que junto a otros formará la imagen fotográfica. El producto de píxeles a lo ancho el alto da como resultado lo que conocemos como resolución del sensor. Mayor resolución sirve para poder imprimir a mayor tamaño o para admitir más corte en post producción; por sí misma no implica mayor calidad, porque esta depende de más factores.
Además del número de píxeles hay que valorar también su tamaño. La capacidad que tiene el sensor de captar la luz en un pixel determinado depende del tamaño del propio sensor. A mayor superficie, más fotones caben para captar intensidades luminosas muy débiles y más fotones para poder decidir con mayor precisión las propiedades de la luz de ese pixel en un corto espacio de tiempo.
Por tanto, podemos deducir que, en general, entre dos sensores con el mismo número de megapíxeles, el de mayor tamaño tendrá menos ruido y será capaz de realidad capturas en ambientes más oscuros. El tamaño del sensor también influye en la profundidad de campo, como veremos en el capítulo correspondiente.
Los tamaños de sensores más comunes son APS-C –23×15 mm aproximadamente–, Micro Cuatro Tercios –18×12 mm– y Barnack, 35mm o mal llamado, pero comúnmente conocido como full frame –24x36mm–.
Como hemos intentado explicar en los párrafos precedentes, no existe «La Cámara», sino que cada persona tendrá su cámara idónea. Insistimos también en que lo que puede ser bueno para mí, quizá no lo sea para ti.
No obstante, si entendemos que nuestros lectores son personas que se inician en la fotografía. Probablemente desconocen el alcance que tendrá su afición, por lo que no merecería la pena una gran inversión. Conviene también que el equipo resulte fácil de llevar siempre encima para que no se quede en casa por pereza de cargar con él.
Teniendo en cuenta estos factores, nos decantaríamos por un modelo sin espejo de gama media y, probablemente, con sensor APS-C para reducir el tamaño del equipo. Sin descartar, no obstante, otras cámaras muy interesantes para comenzar con sensor micro cuatro tercios.
En cualquier caso, antes de decidirse por un modelo concreto, recomendamos que se tomen en la mano las cámaras candidatas y que la elección final dependa, sobre todo, del gusto personal.